Seguramente se trata solo de mi percepción, pero igual platicando con otras personas o leyendo noticias, viendo la tele o cualquier otro medio, me doy cuenta que la mayoría busca algo en que creer, llamese Dios, el creador, el todo poderoso, el universo, o alguna variante divina proveniente de otro planeta por más extraño que sea. El punto es tener algo o alguien en qu(i)é(n) creer, algo que te sostenga, que te de energía o te retroalimente, una especie de guía o solucionador de vidas.
De hecho, hoy tuve el "privilegio" de que me sermonearan personalmente, que en realidad no fue tan personal porque fue en una cena con otros cuantos individuos. Se trataba de una supuesta charla para todos, pero el orador solo me miraba y fijaba su atención en mí (y yo buscando como huir) que con todo me hizo reflexionar en lo que precisamente cuento ahorita. Hablaba de Dios, de lo bueno que es y de lo que te otorga, pero lo que más me atrajo fue la forma en cómo se expresó del asunto, porque le quito a cualquier religión ese papel de rectitud, de perfección, diciendo que ninguna era así pues había sido creada por algún ser humano, lo cual le quitaba toda perfección, pero defendía vigorozamente la idea de un ser supremo al cual podías acudir en cualquier momento.
Lo que aún me pregunto es cuál es la necesidad de una religión, de asistir a una iglesia o templo, de congregarte. Supongo que reside en la misma naturaleza social del humano, porque si ninguna es cien por ciento eficaz, entonces ninguna es cien por ciento necesaria, lo que importa en sí es la relación que se desarrolle con ese "ser-todo". Lo que pienso es que nos hemos acostumbrado, generación tras generación, a seguir reglas o pautas, base de cualquier sistema, llamese religión o gobierno, o lo que sea.
¿Necesitamos creer?