sábado, 25 de agosto de 2012

H






De esos apetitos insaciables llenos de negativa, de prohibiciones, de esos que me desesperan.

Saber que nunca estarás a pesar de mi capricho, que solo en un plano imaginario te muestras como lo ideal, eso es desesperación. Sentir que de tanto verte no hay ya más posibilidad que de eso, que no hay otra forma de percibirte. Recordar que te quedaste en el sueño, que fuiste, y fuiste mucho, que quisiste, y que hicimos tanto como para dejar que se vaya de un momento a otro.

Nunca te pregunté cuál era tu concepto de perfecto y durante algún tiempo creí que vivíamos lo mismo, creo que debí haberte incluido con más presencia.

Qué lástima que el tiempo se me haya ido, esos retardos que aparentemente son comunes en mí se acumularon en el más trágico y decepcionante de todos hasta este día, y más lástima que me lamente de un futuro incierto pero más esperanzador, y de hecho más brillante.

Ya será para otra vida.







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