sábado, 3 de octubre de 2009

La anécdota M

En medio de una charla tan acalorada y excitante, salen emociones que parecían estar olvidadas y empolvadas en aquel cofre de madera que a veces reviso para no olvidar quien soy. Hace tiempo que no charlabamos de esa forma y es algo que extrañaba muchisimo, es como me dijiste, eres una persona proyección de una parte mía y como mía no puedo dejar que te alejes o mas bien: no puedo dejarme alejarte más.

Y bueno, que con el tema CASUAL que tratamos esta velada no solo fue un leve soplido para desempolvar los manuscritos de nuestra historia, sino una sacudida total, Y QUE SACUDIDA! jajaja

En fin, me inspiraste ahorita a inmortalizar el momento sin que nadie se entere aunque sea público, cosa que si deseo para lo siguiente: no solo me inspiraste hoy, me has inspirado desde que te conocí y estoy seguro que lo seguirás haciendo Astrid.

Así que, miedo y lo que sea que venga, adelante, que para ser felices la comodidad no nos sirve.

1 comentario:

  1. Te comparto una probadita de mi nuevo libro Cualquier Semejanza con la Realidad es Mera Coincidencia:

    * ESTÁ COMO QUIERE *

    Cayó un mango de ese árbol tan apetecible por la sombra que da.
    Se sintió más maduro, listo para lo que habría de venir, habiéndose desprendido, dejando a los demás con la duda: había caído o había avanzado?
    Todo depende de la perspectiva porque los mangos inmaduros (o verdes de envidia) sólo podían pender del árbol, angustiados por lo lejos que se encontraba este mango rozagante y jugoso, o aterrorizados por lo que acontecería cuando fuera su turno.
    Para el caminante fatigado que buscaba dónde descansar de la rutina diaria, el solaz bajo el majestuoso árbol pareció apropiado y cuál no sería su sorpresa al hallar el primer fruto de la temporada a su merced.
    Lo recogió y solamente esbozó una sonrisa.
    El mango sería el único que escucharía un apagado “jiji” de satisfacción.

    ResponderEliminar