sábado, 27 de noviembre de 2010

Original (17: la última)

Hace unos días que he estado pensando en la originalidad, y es que a veces se confunde con la novedad, uno llega a creer que lo original es lo nunca antes visto y que si haces algo que otros hicieron ya, no lo eres, pero la misma palabra lo dice todo.



Según la RAE, original quiere decir perteneciente o relativo al origen, lo cual me lleva a pensar que el ser original reside en saber de dónde vienes, no en hacer algo distinto para lograrlo, y resulta fundamental para la creación de un plan de vida, pues es la base. Creo que algunos ven su pasado como algo que arrastrar por el resto de sus días, yo lo veo más bien como el cimiento de una estructura, cual sea, que te permite construir más y que da sostén a lo que haces, es lo que te respalda.


Me viene a la mente la metáfora, a mi parecer absurda, del corazón roto, que según se vuelve a unir pero que las marcas se notan por siempre, algo así como "cicatrices" emocionales; pienso que el simil adecuado, o al menos el que considero así, es el de una pasta.


Antes me percibía como un jarrón de barro que con cada nueva idea y concepto se destruía para tomar una nueva forma, pero resultaba con las mismas "cicatrices" ridículas, después me imaginé que en vez de eso lo que sucedía era que se pulverizaba para hacer una nueva figura, pero con los mismos materiales.


Ahora me veo como una pasta, sí, una que se hace con harina, mantequilla, huevo, sal y agua, que se puede amoldar al recipiente que la contenga y que es tan versátil como se requiera, se le pueden añadir los ingredientes que se deseen y siempre resulta deliciosa, pero nunca se olvida de su base, de su origen, siempre son los mismos insumos, lo demás viene a enriquecerla.


Y así me siento ahora, soy original porque recuerdo de qué estoy hecho.



Y lo que se me olvide tendré que buscarlo de nuevo. Ese es a diario mi proceso.

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